domingo, 11 de octubre de 2015

Turquía: las dos caras de la verdad.

Oman I fue el fundador del imperio otomano en 1299. El 26 de febrero de 2015 la tumba de su abuelo Suleiman fue trasladada por tercera vez en la historia en una rocambolesca operación que forma parte de una no menos rocambolesca laguna en el derecho internacional. Lagunas legales que el gobierno turco ha exprimido hasta la saciedad invadiendo territorio sirio e iraquí cuando lo ha creído conveniente.

Mas que en ningún otro lugar del mundo en Turquía hoy y siempre han confluido Oriente y Occidente.
Desde el ascenso del Estado Islámico, Turquía ha sido muy ambigua en sus actuaciones y en varias ocasiones ha sido acusada de ayudar a los yihadistas.

El 7 de junio de 2015, se celebraron elecciones parlamentarias en Turquía. El porcentaje necesario de votos para poder formar parte del arco legislativo es de un 10% y por primera vez en la historia el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) obtuvo un 13,1% de los votos. De este modo los kurdos pasaban a formar parte del arco parlamentario e impedían a Erdogan obtener la mayoría con la que formar un nuevo gobierno. Las pretensiones del primer ministro consiguiendo el poder absoluto del parlamento eran la reforma constitucional que llevara a Turquía a un gobierno presidencialista que le permitiera tener más poder.

Los turcos cansados de corrupción política, de la brutalidad policial en las manifestaciones y de las infulas tiránicas de Erdogan seguían con emoción e impaciencia los resultados electorales esperando que el AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) se viera en el apuro de reconsiderar su rumbo perdiendo la mayoría.

Desde el 7 de junio, la situación no ha dejado de empeorar. Erdogan, se ampara como lo ha hecho siempre, en los actos violentos que han llevado a cabo los kurdos contra las fuerzas de seguridad, en su mayoría como respuesta a los ataques continuados de estas. En junio de 2015, tras la elecciones, decidió iniciar una ofensiva contra el Estado Islámico de modo unilateral pero, lo cierto es que los objetivos se centran especialmente en la Región del Kurdistán Iraquí y no precisamente para ayudarles contra el Estado Islámico.

Desde que Erdogan llegó al poder, los acercamientos con el gobierno ruso han sido constantes y Turquía ha sido la eterna candidata a formar parte de la Unión Europea, su gobierno no dudó en posicionarse del lado de Putin cuando este paso a la ofensiva en Ucrania. El gas era la principal excusa, Turquía carece de él pero, lo cierto es que Erdogan se ha ido alejando progresivamente de Europa. Sus comentarios homófobos y su cercanía creciente hacia el islamismo más radical, dejan atónitos a la mayoría de los turcos.
Si bien la mayoría de los turcos son musulmanes su cultura cabalga entre oriente y occidente haciendo honor a su posición geográfica compartida entre dos mundo que parecen cada vez más lejanos. Aunque no son los pueblos quienes se perciben distintos; quienes les gobiernan parecen empeñados en poner  distancias religiosas y culturales artificiales que no existen ni física ni mentalmente.

Rusia también se ha posicionado al fin de facto, aunque lo hubiera hecho de iure desde el principio, en el conflicto sirio y no lo ha hecho precisamente para ayudar a la población civil que continua pereciendo. Con la misma excusa que Erdogan, Rusia bombardea territorio sirio sin que sus objetivos se hayan definido. Alegan estar acabando con los "terroristas" para solucionar un problema que Estados Unidos no es capaz de resolver. Sin embargo su "puntería" a la hora de lanzar los ataques es cuanto menos discutible. Esta misma semana sus bombas caían sobre Irán a la vez que Turquía, sus amigos y aliados en tiempo cercano, denunciaban a la OTAN la invasión por parte de aviones rusos de su espacio aéreo.

La crisis de los refugiados que extrañamente han comenzado a cruzar en masa a Europa abandonando Turquía y el empeño repentino por combatir en Siria e Iraq al Estado Islámico, han generado aún más confusión a un conflicto que de por si lo es en grado extremo. Los refugiados cruzan hacia el oeste por los mismos lugares por los que, quienes se unían al Estado Islámico lo hacen hacia el este. Unos y otros atraviesan las mismas fronteras turcas en las que moran, según el gobierno, los kurdos que causan la inestabilidad del país.

Ayer se produjo el atentado más grave de la historia reciente turca y el gobierno no puede atribuir a PKK su autoría. De hecho las imágenes muestran como la policía seguía lanzando botes de humo sobre los muertos y hay indicios de que las fuerzas de seguridad estén detrás del ataque que se produjo en Ankara en la manifestación por la paz que se estaba celebrando.

Los turcos ni temen ni desprecian al pueblo kurdo. Esos más de 40 millones de ciudadanos que ocupan un territorio muy definido cultural y geográficamente y a quienes lejos de dejarles vivir en paz se les ha masacrado durante décadas, no solo habían conseguido prosperar en Iraq. Se estaban acercando "peligrosamente" a conseguir sus objetivos en Siria y Turquía: establecerse como pueblo soberano.

Erdogan ha convocado nuevas elecciones y trata de hacer ver "por todos los medios posibles"que él y su partido son la única alternativa a pesar de lo que piensen y quieran los turcos. Mientras apela a la inmovilidad de la comunidad internacional que si bien es real, la llamada de Erdogan para la consecución de la paz tratando de mantener la paz.
Dificilmente puede ser creíble que quien quiera el fin de un conflicto se dedique a alimentarlo con tanto afán.

El conflicto en Oriente Medio se extiende de forma cada vez más notoria hacia el oeste y cada vez con menos pudor cada Estado y Organización Internacional parecen más empeñados en ir a la suya o ignorarlo.

Silvia Brasa
2015