domingo, 22 de septiembre de 2013

El fracaso de los "Indignados" (Primera parte)

Mayo 2011,Puerta del Sol, Madrid

O por qué no hay una verdadera revuelta social en España . Parte 1.


Es mucho más fácil escuchar lo que uno quiere oír y que desde fuera se refuercen las quejas o se asiente el desanimo. Chomsky o el propio Hessel han reflejado por escrito de que modo se manipula cada vez más a la sociedad. Cualquier ciudadano de a pie que se queje sobre la crisis económica, su nueva situación laboral, la hegemonía de poderes externos al gobierno propio, a cual más lejano de las inquietudes y necesidades de la gente, es consciente de lo que muchos politólogos, sociólogos, periodistas o escritores, manifiestan públicamente erigiéndose en voz del pueblo.
Sin embargo, no es fácil encontrar a quien como Thoreau o Gandhi apostaban por un modo de cambiar el rumbo de los avatares de los pueblos aportando soluciones y no recordando carencias de sobra conocidas.

Mucho se escribió en su momento sobre el movimiento de los Indignados que surgió de forma presumiblemente espontánea y que tuvo gran repercusión internacional por el gran número de personas que durante unos días convocó en la plaza principal de la capital de uno de los países más grandes de Europa. En aquellos momentos, en España, todavía no se había alcanzado el dramatismo económico actual, ni se sufrían los dictados de la llamada Troika, ni tampoco se habían impuesto decretos ley que recortan derechos sociales con total impunidad.
La supuesta espontaneidad del movimiento es falsa por el simple hecho que se necesita tiempo para organizar cualquier evento y más si en se desea que intervengan un número importante de personas. Con el paso de las horas y gracias a que el descontento era cada vez mayor y la ilusión por ver como los jóvenes a los que se les creía carentes de ideas e ideales salían a la calle, el éxito de afluencia superó con mucho lo previsto inicialmente. Lo que si puede calificarse casi de espontánea fue la disolución de los Indignados o el 15M o cualquiera de los nombres que disgregaron aquello que en principio parecía buena idea.
Un año después, en 2012 comenzó a ser visible otro movimiento en Portugal "Que se lixe a Troika" (¡Que se jo** la Troika!) con las mismas nulas posibilidades de éxito que el de los Indignados aunque con un modus operandi muy distinto merecedor de otro post.

Cualquier sociedad, exactamente del mismo modo que asume una imposición, la rechaza firmemente si se ponen en marcha los mecanismos psicológicos adecuados. Indudablemente somos masa, seres que por nuestra naturaleza humana necesitamos apoyo de nuestros congéneres y que actuamos de un modo absolutamente distinto si estamos aislados o si nos vemos sometidos al imperativo de lo que haga o diga la mayoría.

Los Indignados presentaban muchas carencias que les abocaban al fracaso y cada una de ellas por separado les hacía inocuos para el gobierno del momento o para los poderes que pretendían transformar.

Cualquier movimiento social que busque un cambio en un régimen mayoritariamente aceptado y asentado en cualquier parte del mundo, aunque ello sea derivado del miedo a declararse contrario, necesita una estrategia clara y firme. Es impensable suponer que quienes ejercen el poder no tengan un plan para llevar a cabo sus objetivos, sean estos los que sean. Los Indignados carecían de un plan más allá del de exponer desde un movimiento con nombre diferente al que luego se le dío, Democracia Real, una serie de pautas que se suponía serían aceptadas como de hecho lo fueron inicialmente, por una gran mayoría de la población. El simple hecho de no tener un nombre concreto, de haber adoptado uno que daba título a una publicación de alguien con unas creencias e idelogía concretas y otro que cuestionaba un sistema político, el democrático, cuyas normas se han aceptado ampliamente, disgregaría a corto o medio plazo las opiniones de quienes no veían una estrategia o una organización clara.

La supuesta democracia real defendida, era la de la Antigua Grecia asamblearia, o la mas cercana en el tiempo democracia directa suiza, sistemas muy difíciles de implantar en este momento de la historia o en una situación demográfica o institucional como la española actual. Es harto complicado modificar un sistema cuando el existente está perfectamente consolidado y no corre peligro de demolición por un desacuerdo mayoritario, imposible con métodos anacrónicos o que no se adapten a la idiosincrasia propia de la situación.

En España, con mayor visibilidad en Madrid, se producen desde que la situación económica y social ha empeorado a niveles de hace décadas, diversas manifestaciones con más o menos éxito, ahora disgregadas en colores, que identifican a diversos grupos laborales. Esta diversidad cromática española es en parte además debida a la particularidad de relacionar la bandera constitucional vigente en la actualidad, con un sistema disuelto como fue la dictadura. Así si cada gremio adopta un color, evita las discrepancias con los colores que deberían ser comunes. El divide y vencerás, se ha empleado con eficacia y astucia por los distintos gobiernos del actual periodo democrático español. Sin embargo la rojigualda es amplísimamente aceptada y defendida cuando se trata de mostrar el orgullo patrio en victorias deportivas. Es sorprendente que sea noticia que en algunas comunidades de un mismo país se vean banderas del mismo por las calles sin que haya un incidente cuando el motivo es la consecución de un campeonato internacional. Para que todavía el asunto cromático sea más complicado, el hecho de que se exhiban las banderas vigentes hace casi cien años, cuando se instauró la Segunda República, es algo tan normal como habitual por mucho que quienes las porten apenas sepan nada de aquella época.

Los Indignados se proclamaban carentes de líderes y cualquier movimiento ciudadano surge de alguna cabeza pensante, lo mismo que cualquier proyecto de la índole que sea y aunque es tan lícito como a veces necesario que esos líderes no sean visibles, la ausencia de una organización real comandada hacía imposible una puesta en común de acciones masivas porque se decidía sobre la marcha y grupos concretos, en un momento dado, aceptaban en votación medidas que no se comunicaba con suficiente amplitud a los ciudadanos. Mucho se habla de hasta que punto repercuten en las actuales revoluciones, las redes sociales o los medios tecnológicos para su divulgación y su posterior éxito. En España con más medios y mas libertad no se supieron aprovechar.

Otro tema en liza fue el de los violentos que boicotean sistemáticamente las manifestaciones pacificas surgidas tras la ocupación de la Puerta del Sol. Se ha debatido sobre ello tanto, como de la violencia que han empleado las fuerzas y cuerpos de seguridad que siguen ordenes y que posiblemente estén tan "indignados" o más que los propios manifestantes. Ese es un punto fundamental en contra de que un movimiento ciudadano pueda consolidarse en España. Se ha inculcado la repulsa a una bandera constitucional con el mismo empeño que la herencia de un pasado muerto y enterrado respecto a la ideología y modo de actuar de las fuerzas de orden público. De este modo se entra en un bucle: los violentos descontrolan una manifestación masiva ya de por si difícil de controlar, agreden a quienes están para proteger a esa masa y estos devuelven la agresión de modo cada vez más descontrolado. Nunca es disculpable ni aceptable, modo alguno de violencia en cualquier sociedad que se precie de ser civilizada y pacífica pero hasta cierto punto llega a ser entendible. Las fuerzas del orden también son ciudadanos que en muchos casos y en otras situaciones en países con mayor peligro y amenaza que España, se unieron a la protesta no obedeciendo a quienes les gobiernan porque el pueblo fue capaz de convencerles con su actitud que ellos estaban de su lado y que también les sentían como ciudadanos. Es curioso oír argumentos como que el propio atuendo de un policía es motivo temor a una agresión cuando por su propia naturaleza se trata de que el uniforme sea un elemento identificativo y disuasorio. Como tantas otras veces me remito al modo de hacer de otros países a los que tomamos como ejemplo en cuanto a educación y cultura (véase en este caso Austria).

La prensa, especialmente la de una ideología determinada, nuevo error y una falacia en cuanto a que en un supuesto país libre y democrático la información no debería tener un sesgo ideológico, dieron cabida y publicidad al movimiento naciente. Cuando un grupo que se manifestaba carente de líderes enviaba a determinados sujetos para realizar declaraciones aún más carentes de sentido, de base y de principios, de algún modo ponía cara y voz al movimiento. Muchos vieron así desvanecerse el humo que parecía adornar el ambiente y junto al que se decía flotaban cabezas pensantes que asesoraban, nunca liderando, el movimiento. Es terrible creer que determinadas declaraciones, faltas de educación y respeto a prensa, políticos y ciudadanos, salieran de una cabeza realmente inteligente con la firme creencia de cambiar un sistema político apelando a la ciudadanía mayoritariamente harta de tanta injusticia, corrupción y falta de respeto por los gobernados.

Tras descubrir "De la dictadura a la Democracia" de Gene Sharp, otro ser humano que como yo cree firmemente en que hay siempre un modo pacífico de cambiar el mundo, os recomiendo la lectura de su obra y el documental sobre su persona emitido en Documentos TV.

Silvia Brasa 2013

sábado, 14 de septiembre de 2013

Leones por corderos. La crisis siria


El antiamericanismo alimentado por situaciones pasadas está más en boga que nunca después de la amenaza de una intervención armada en Siria tras el ataque con armas químicas del 21 de agosto de 2013. No falta quien una vez más proclame el inmerecimiento del premio Nobel de la Paz al actual presidente Barack Obama. El recuerdo de como Collin Powell engañó a Naciones Unidas y a toda la Sociedad Internacional para justificar la intervención en Irak está en todas las conciencias.

La realidad es que desde que se lanzó la amenaza de una intervención militar, sin ningún tipo de precisión en cuanto a táctica, medios y objetivos tras los ataques con armamento químico, los mecanismos diplomáticos se han puesto en marcha. Una amenaza de Estados Unidos con sus precedentes es tan temible como creible por mucho que no se concrete.

 En la guerra civil Siria, como en todos los conflictos, el respeto por el derecho internacional humanitario ha sido mínimo. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha tratado en varias ocasiones de llegar a alguna resolución que ayude a controlar la situación en Siria. Rusia y China han vetado un acuerdo sistemáticamente. Kofi Annan, el negociador que inicialmente envió la ONU para tratar de acercar posiciones, desistió ante el enquistamiento de las partes. Brahimi le sustituyó y hasta las actuales conversaciones en Ginebra no se había tenido noticias de que hubiera conseguido ningún tipo de avance.

Rusia, principal proveedor de armamento del régimen de Bashar Al Asaad,  manifestaba que habían sido los rebeldes quienes habían lanzado el ataque químico cuando Obama anunció que se intervendría militarmente en Siria si no se frenaba la matanza. Tras la entrada de personal de Naciones Unidas para verificar si efectivamente, el ataque con armas químicas había tenido lugar, las voces en contra de un ataque por parte de Estados Unidos y aquellos que inicialmente les apoyaban, Reino Unido y Francia, provocaron que toda la comunidad internacional comenzara a ser consciente de que había que actuar. La prensa internacional volvía a dar protagonismo a la muerte incesante de civiles sirios, que al convertirse en costumbre había dejado de interesar.

Desde ese momento parece que todo han sido sorpresas diplomáticas y no negociación e intención real de intentar por todos los medios no intervenir militarmente.

El Parlamento Británico rechazaba un apoyo militar a Estados Unidos sin el apoyo de Naciones Unidas y en Francia se promovía el debate ante la determinación de Hollande de apoyar a los norteamericanos sin reservas. Mientras, Naciones Unidas mantenía el silencio y la prudencia olvidando también la “responsabilidad de proteger” promovida tras la inacción en Ruanda o Bosnia, consciente de que “los cinco” no llegarían a un acuerdo. Si Rusia no movía ficha no había nada que hacer por la vía legal.

El tiempo pone todo en su lugar…

Y si algo necesitaba Obama era tiempo. No necesita ni el apoyo del Congreso, ni como demostró su antecesor, un mandato de la ONU para intervenir militarmente en Siria. Sin embargo, anunció que llevaría al Congreso la consulta, retrasando la fecha cuando esta iba a tener lugar y mientras su jefe diplomático, John Kerry manifestaba en rueda de prensa que cabía la posibilidad de replantearse el “inminente” ataque (llevaba semanas siendo inminente) si Siria entregaba el armamento químico que negaba poseer y que Rusia atribuía a los rebeldes. Obama, del que se esperaba una declaración de guerra en su intervención del martes 10 de septiembre de 2013, mantenía el suspense y la apertura a la vía diplomática, con la contudencia de que si está no se producía, habría ataque, presionando aún más para que se produjera algún tipo de respuesta.

Putin recogió hábilmente el testigo, izándose como promotor de un acuerdo con el gobierno sirio que aceptaría entregar el arsenal bajo el control de Naciones Unidas, siempre que el ataque no se produjera. Ayer leía sorprendida como en algunos medios se promueve ya el Nobel de la Paz para Vladimir Putin, gobernante de un país paradigma del respeto por los derechos humanos y que hasta la actualidad ha puesto todos los medios a su alcance para que se frenara la sangría siria (léase con mucha sorna y no poca tristeza). En fin… La historia tiene estos giros.

La cumbre del  G-20 se celebraba en San Petersburgo a principios de septiembre de 2013 y tenía programado un encuentro entre Putin y Obama. Este llevaba meses suspendido por la decisión del gobierno ruso a dar asilo a Edward Snowden, el joven que denunció al mundo que un programa de espionaje en el que participaba no hacía distinciones al poner sus ojos sobre los ciudadanos y que erigido en héroe mundial parecía no ser consciente, ni sus valedores, que su hazaña podía traer consecuencias diplomáticas más allá de debate sobre la privacidad de los datos personales.

En esas fechas Putin sostenía que si se probaba que Al Asaad había empleado armas químicas no descartaba el ataque para hacer valer el derecho internacional y manifestaba también que no dejaría de vender armamento a Siria. La cumbre que debería centrarse en temas económicos estuvo protagonizada por la necesidad de hacer algo en Siria.

El viernes 13 de septiembre de 2013 y antes de los resultados del equipo enviado para la verificación del empleo de armas químicas se hagan público el lunes 16, Ban Ki-moon, Secretario General de Naciones Unidas, manifestaba en rueda de prensa que “Bashar Al Asaad había cometido muchos crímenes contra la humanidad” y que “el informe acerca del uso de armas químicas –que el mismo hará público- sería abrumador". Ese mismo día la prensa internacional se hacía eco de los grandes logros de la diplomacia rusa que había propiciado que Lavrov y Kerry se sentaran a negociar el fin de la masacre del mandatario sirio ante el fracaso de la política exterior estadounidense. De este modo se acepta que Bashar Al Asaad a cometido crímenes por los que ser juzgado por el tribunal de la Haya. Creo que sobra recordar quienes han sido sus mayores valedores hasta la actualidad y quienes han impedido su salida del poder.

Quedan así despejadas las dudas de si se produjo el uso de armas químicas y quién lanzó el ataque. Tras tres días de negociaciones en Ginebra, el sábado 14 de septiembre de 2013,  John Kerry y Sergey Lavrov aceptaban el documento presentado por Francia para descartar la vía militar si Al Asaad entregaba las armas pero dejando abierta la puerta a la aplicación del Capítulo 7 de la Carta de Naciones Unidas que autorizaría el uso de la fuerza si el Consejo de Seguridad, ahora si, lo determina.

Se ha llegado a publicar que las imágenes de niños muertos gaseados, y que iniciaron la llamada crisis Siria eran en realidad niños dormidos que trataban de engañar nuevamente al mundo como se hizo en el caso del armamento nuclear de Irak.

La población norteamericana rechazaba mayoritariamente el recurso a la solución militar que ya no se produjo cuando Siria atacó Turquía en octubre de 2012 y que sería lícito según el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte. Tampoco Obama autorizó el ataque a Libia cuando el embajador estadounidense en el país fue asesinado en septiembre de 2012. Ante las declaraciones bélicas de Israel, temeroso de un ataque nuclear de Irán, Estados Unidos continuó con la política de embargos acordados en Naciones Unidas. Las amenazas nucleares del mandatario norcoreano tampoco tuvieron respuesta. Un esfuerzo de imaginación sería suficiente para prever las posibles consecuencias de una intervención norteamericana en cualquiera de los casos aludidos en una región más inestable que nunca. Tal vez si cerrara Guantánamo de una vez por todas, alguien comenzaría a ver a Barack Obama con otros ojos. Los odios antiimperialistas invitan a dudarlo.

Es de justicia recordar que cuando fue elegido presidente se le trató poco menos que  como una estrella del rock internacional, siendo su presencia requerida por todos los países y organizaciones y convirtiéndose en noticia cualquier detalle nimio sobre su vida o la de su familia. El mundo en ese momento solo sabía a ciencia cierta, que Obama era el primer presidente negro de Estados Unidos y que las políticas que anunciaba diferían mucho de las de su antecesor. Quedaba todo por hacer y ya se le había encumbrado como merecedor de un premio como defensor de la paz mundial.

El mandato de Obama tiene muchas luces y muchas sombras, muchas herencias pero, eso merece otro análisis. La posición norteamericana como primera potencia mundial ante determinados acontecimientos internacionales es muy discutible pero empiezan a diluirse las dudas de que se parece muy poco a las de pasadas décadas. Los posibles intereses económicos y políticos de todas las partes pueden ser, como siempre, los promotores de la toma de decisiones que consigan que algo cambie o que, como decían los defensores de la no intervención en Siria “se sigan matando entre ellos”.

Personalmente todo el proceso de negociación ante la crisis siria, me recuerda mucho a aquella crisis de los misiles cubanos, aunque la concesión de protagonismo a Rusia ha sido mucho mayor. Poco importa quién grita más fuerte o si lo que dice hoy en nada se parece a lo dicho ayer, cuando lo que está en juego son vidas humanas o la paz mundial.
Fotografía de Rodrigo Abd, de la agencia The Associated Press, en Idib (Siria) el 10 de marzo de 2012 con el primer premio en la categoría de "Noticias generales" del certamen World Press Photo. La foto muestra a Aida llorando mientras se recupera de las graves heridas causadas durante un bombardeo por el Ejército sirio en Idib (Siria).
Silvia Brasa. 2013